miércoles, abril 17
PCI ORGANIZÓ MESA REDONDA SOBRE TV Y CINE EN EL BAFICI
Una mesa redonda sobre las relaciones entre la televisión y
el cine independiente se llevó a cabo como parte de las actividades especiales
del 15to. Buenos Aires Festival de Cine Independiente (Bafici) con el sugestivo
título “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre TV y nunca se atrevió a
preguntar al cine independiente”.
La charla, organizada por la asociación Proyecto Cine
Independiente, tuvo lugar en la sala El Aleph del Centro Cultural Recoleta,
moderada por Fernando Madedo y con la presencia de Alejandro Maci, Ana Katz,
Benjamin Avila, Constanza Sanz Palacios, Javier Van de Couter y Rodrigo Moreno.
Debajo, un interesante texto de Fernando Madedo y Gabriel
Lichtmann sobre los lineamientos temáticos de la charla.
Todo lo que usted siempre quiso saber sobre TV y nunca se
atrevió a preguntar al cine independiente
Actividad especial organizada por la Asociación Proyecto
Cine Independiente (PCI)
Por Fernando Madedo y Gabriel Lichtmann
La relación entre cine y televisión fue desde los comienzos
tensa e inquietante. La pantalla chica surgió como una amenaza al tiempo que
éste vislumbraba, sin embargo, una época de renovación. Los medios
audiovisuales signaron así una línea divisoria entre ambos claramente definida
entre un medio y el otro, cuyo cruce suponía sistemas diferentes de producción,
una variación en las especificidades del lenguaje audiovisual, el valor de la
ontología de la imagen cinematográfica que no poseía la televisión y los
públicos que comenzaban a distinguirse. A este respecto la aparición de la
televisión supuso el sedentarismo en el consumo audiovisual de los mayores, los
padres que se quedaban en casa por la noche viendo su programa en la comodidad
del living, frente a los jóvenes que salían a la calle en búsqueda de las
nuevas películas y la sociabilización a la salida de la sala en algún café. En este
sentido también la tv y el cine se alejaron como dos posiciones antagónicas
marcadas por las búsquedas estéticas, los temas tratados, las prácticas
sociales, los valores culturales en dos generaciones que representaban,
entonces así, lo viejo y lo nuevo.
En su famoso artículo de la revista Verve, André Malraux se
dedicó a argumentar el valor del cine como medio de expresión artística pero
concluyó con una frase que sería citada de forma recurrente: “además, el
cinematógrafo es una industria”. Dadas las cualidades del medio televisivo cuyo
discurso se apoya en la publicidad (la televisión es un flujo contínuo de
publicidad sólo interrumpido por programas) que establece un modo diferente de
financiación estrechamente ligado a la venta de productos, el lenguaje
audiovisual empleado apela a modos de representación atados a las necesidades
de mercado. A este respecto el cine buscó independizarse en dos sentidos, por
un lado de los modos expresivos utilizados el cine comercial/industrial y la
televisión, y por otro, de las formas de financiación y el discurso
publicitario. Aunque sobre la dicotomía planteada se haya discurrido desde los
comienzos del cine entendiendo a éste como una Industria Cultural -como así la
televisión años más tarde- el cine gozó de cierta diferenciación, incluso
marcado por la propia manera de designar el modelo representacional como
“independiente”, “de arte”, de “arte y ensayo”, etc.
En nuestros días asistimos en buena medida al cruce de
aquella línea divisoria que, de tanto cruzarla, comienza a borrarse. Los
avances tecnológicos han producido que el problema de la ontología de la imagen
cinematográfica desapareciera y también el problema de la calidad y, por
ejemplo, las series de televisión y las películas cinematográficas, se registran
con el mismo tipo de cámara, cualidad y calidad de imagen. Esto sumado a
algunas experiencias a nivel internacional como las de David Lynch o Todd
Haynes, o en el plano local los telefilms 200 Años producidos y emitidos por
Canal 7 (y también proyectados en el 9º BAFICI) o la larga lista de series y
contenidos de televisión a la que cada vez más directores de cine independiente
realizan, así como la cantidad de técnicos de cine que se incorporan a la producción cinematográfica, es un hecho dado
que también los modos de producción comienzan a asimiliarse.
En este contexto y dado la discusión abierta que ha supuesto
la sanción de la Ley 26.522, conocida comúnmente como Ley de Medios, nos
preguntamos qué tipo de cine (regido por su propia legislación, la Ley 17.741)
y qué tipo de televisión debe fomentarse. Es necesario identificar las
políticas que son necesarias a ambos medios para poder diferenciar criterios
vinculados a los contenidos de la televisión pública, la televisión privada y
los distintos modelos en que se desarrolla el cine argentino.
Por tanto, la actividad especial tiene como premisas algunos
interrogantes ¿Cuáles son las políticas públicas destinadas al sector? ¿Qué
tipos de vínculos se establecen entre la ley de cine y la recientemente sancionada
ley de medios? ¿Cuáles son las transformaciones de los distintos lenguajes y
cómo se modifican uno a otro? ¿Existe una poética transmedial? ¿Quita la
televisión importancia al cine independiente? ¿Y las nuevas prácticas de ver
tv? ¿Con qué fondos se produce el cine y con cuáles la televisión?
Interrogantes que tal vez el cine independiente pueda iluminar, o al menos
mirar desde otra óptica.
domingo, abril 7
UNA MUJER BUSCA SUS RAÍCES EN FILME DE HERNÁN BELÓN
"Beirut- Buenos Aires-Beirut", un apasionante documental de Hernán Belón que se exhibe en salas del país, sigue los pasos de una mujer que busca sus raíces a partir de una historia hasta ese momento secreta, que le cuenta su tía abuela y que la lleva hasta Beirut, la capital del Líbano.
La película, que participó en el Festival Latin Arab (premio LAIFF del público “Mejor película documental”), el Aljazeera International Film Festival, el Lebanese Film Festival y el Festival Santiago de Compostela Amal, está protagonizada por Verónica "Grace" Spinelli, que es también coguionista y productora del filme.
“La idea surgió a propuesta de Grace Spinelli, y el rodaje fue en sí mismo una aventura, que de alguna forma se ve en el producto terminado, tanto aquí como en el Libano, donde estuvimos diez días bastante complicados, con el mismo afán de la protagonista de buscar en el pasado las raíces familiares que condujeron hasta este presente”, aseguró Belón.
La película, que participó en el Festival Latin Arab (premio LAIFF del público “Mejor película documental”), el Aljazeera International Film Festival, el Lebanese Film Festival y el Festival Santiago de Compostela Amal, está protagonizada por Verónica "Grace" Spinelli, que es también coguionista y productora del filme.
“La idea surgió a propuesta de Grace Spinelli, y el rodaje fue en sí mismo una aventura, que de alguna forma se ve en el producto terminado, tanto aquí como en el Libano, donde estuvimos diez días bastante complicados, con el mismo afán de la protagonista de buscar en el pasado las raíces familiares que condujeron hasta este presente”, aseguró Belón.
"La migración es un comportamiento humano provocado por diferentes sucesos de la historia universal, y las razones, desgraciadamente, son casi siempre las mismas: el odio, el hambre, la guerra, la pobreza”, asegura Hernán Belón, recordado por su corto “Aluap” en “Historias Breves 2”, documentales, como “Sofía cumple 100 años”, y “El campo”, su primera y lograda ficción.
“Los inmigrantes debieron dejar atrás su tierra, sus familias, sus bienes, y tuvieron que adaptarse a una cultura diferente, aprender otro idioma, y enfrentarse a los prejuicios que generaba su condición de extranjeros y en algunos casos, su religión o su color de piel”, asegura el director, que encuentra el ritmo exacto por convertir a esta búsqueda emotiva en apasionante.
El filme cuenta la historia de esta búsqueda a través de Mohammed Ali Musa Haitan, un inmigrante libanés que llegó a la Argentina en 1885, pero según el planteo de la guionista y auténtica protagonista de la historia, Grace Spinelli, también a través de la vida de todos los que se fueron relacionando con él y que se vieron afectados por esta historia.
La cámara de Belón acompaña a Spinelli en su recorrido por oficinas de inmigración, las locales que parecen sacadas de relatos de Franz Kafka, donde le explican que por el origen musulmán de su familia es de hecho imposible encontrar data dado que en viejos tiempos era la Iglesia Católica la que llevaba los registros.
Finalmente, está el viaje que la llevará a la misma Beirut que hace tiempo vive en medio de conflictos de diferente tipo y donde Spinelli encontrará más noticias para el armado de un inmenso rompecabezas de geografías y etnias que atraviesan más de un siglo de espera.
Belón no recurre a los convencionalismos de “cabezas parlantes”, identificadas con sus nombres, apellidos y roles en la historia, sino que da pie a que la misma Spinelli se interprete a sí misma en un contexto genuino y logre, en sus diálogos, en su constante preguntar y repreguntar, desentrañar el enigma que rodeaba a su bisabuelo y a dos familias separadas por décadas.
Belón, que actualmente prepara su segunda ficción (“Sangre en la boca”, que será protagonizada por Leonardo Sbaraglia) asegura que en este filme su intención fue "perpetuar la palabra y la memoria, independientemente de la religión, bandera o clase social, en un intento de llamar a la reflexión sobre la guerra y su impacto en la vida de las personas”.
“Beirut-Buenos Aires-Beirut”, tiene voz en off de su protagonista: “Mientras viajábamos, Grace hacía un registro escrito, un diario sobre las vivencias de cada encuentro, de cada lugar, y yo la imitaba. De esos apuntes surgió la idea de su voz fuera de cámara, que acompañara al espectador en cada episodio”, explica Belón.
“Mi intención fue hacer un filme sobre nuestros orígenes y la inmigración, algo que en mayor o menor medida, nos involucra a todos, y de hecho la investigación de lo que ocurrió con los ancestros de Grace me generó preguntas acerca de mis propios orígenes que nunca antes me había hecho. Somos un país con mucha mezcla de razas y culturas”, aseguró el cineasta.
“Los inmigrantes debieron dejar atrás su tierra, sus familias, sus bienes, y tuvieron que adaptarse a una cultura diferente, aprender otro idioma, y enfrentarse a los prejuicios que generaba su condición de extranjeros y en algunos casos, su religión o su color de piel”, asegura el director, que encuentra el ritmo exacto por convertir a esta búsqueda emotiva en apasionante.
El filme cuenta la historia de esta búsqueda a través de Mohammed Ali Musa Haitan, un inmigrante libanés que llegó a la Argentina en 1885, pero según el planteo de la guionista y auténtica protagonista de la historia, Grace Spinelli, también a través de la vida de todos los que se fueron relacionando con él y que se vieron afectados por esta historia.
La cámara de Belón acompaña a Spinelli en su recorrido por oficinas de inmigración, las locales que parecen sacadas de relatos de Franz Kafka, donde le explican que por el origen musulmán de su familia es de hecho imposible encontrar data dado que en viejos tiempos era la Iglesia Católica la que llevaba los registros.
Finalmente, está el viaje que la llevará a la misma Beirut que hace tiempo vive en medio de conflictos de diferente tipo y donde Spinelli encontrará más noticias para el armado de un inmenso rompecabezas de geografías y etnias que atraviesan más de un siglo de espera.
Belón no recurre a los convencionalismos de “cabezas parlantes”, identificadas con sus nombres, apellidos y roles en la historia, sino que da pie a que la misma Spinelli se interprete a sí misma en un contexto genuino y logre, en sus diálogos, en su constante preguntar y repreguntar, desentrañar el enigma que rodeaba a su bisabuelo y a dos familias separadas por décadas.
Belón, que actualmente prepara su segunda ficción (“Sangre en la boca”, que será protagonizada por Leonardo Sbaraglia) asegura que en este filme su intención fue "perpetuar la palabra y la memoria, independientemente de la religión, bandera o clase social, en un intento de llamar a la reflexión sobre la guerra y su impacto en la vida de las personas”.
“Beirut-Buenos Aires-Beirut”, tiene voz en off de su protagonista: “Mientras viajábamos, Grace hacía un registro escrito, un diario sobre las vivencias de cada encuentro, de cada lugar, y yo la imitaba. De esos apuntes surgió la idea de su voz fuera de cámara, que acompañara al espectador en cada episodio”, explica Belón.
“Mi intención fue hacer un filme sobre nuestros orígenes y la inmigración, algo que en mayor o menor medida, nos involucra a todos, y de hecho la investigación de lo que ocurrió con los ancestros de Grace me generó preguntas acerca de mis propios orígenes que nunca antes me había hecho. Somos un país con mucha mezcla de razas y culturas”, aseguró el cineasta.
jueves, abril 4
RETROSPECTIVA DE FILMES DE ANDRÉS DI TELLA EN CHILE
Una retrospectiva de los filmes del documentalista argentino Andrés Di Tella se desarrolla en la sala Cine UC de la Universidad Católica (UC) de Santiago de Chile, hasta el próximo domingo, en una muestra que se suma a otras dedicadas a su obra en 2012 en Brasil e Italia.
El autor de filmes como “Montoneros, una historia” y “Fotografías” ofrecerá además, a fines de abril, una clase magistral abierta llamada “El otro, el mismo: La intimidad en el documental” y un seminario que lleva como título “El cuaderno de apuntes”, ambas actividades organizadas por el departamento de Creación Audiovisual de la Facultad de Comunicaciones de la UC.
Di Tella es uno de los creadores más destacados y singulares del documental latinoamericano contemporáneo, director de más de 15 documentales para cine y TV, profesor de cinematografía, escritor y director en 1999 del Bafici y actual director del Princeton Documentary Festival, Estados Unidos.
El cine de Di Tella conjuga subjetividad y performance, autobiografía y ensayo fílmico, en una reflexión sobre la identidad personal y generacional particularmente atenta al oficio del cineasta.
Entre las películas que se verán en la muestra figuran “Hachazos” (2011), “El país del diablo” (2008), “Macedonio Fernández” (1995), “Fotografías” (2007), “Montoneros, una historia” (1995) y “Reconstruyen crimen de la modelo” (1990).
El autor de filmes como “Montoneros, una historia” y “Fotografías” ofrecerá además, a fines de abril, una clase magistral abierta llamada “El otro, el mismo: La intimidad en el documental” y un seminario que lleva como título “El cuaderno de apuntes”, ambas actividades organizadas por el departamento de Creación Audiovisual de la Facultad de Comunicaciones de la UC.
Di Tella es uno de los creadores más destacados y singulares del documental latinoamericano contemporáneo, director de más de 15 documentales para cine y TV, profesor de cinematografía, escritor y director en 1999 del Bafici y actual director del Princeton Documentary Festival, Estados Unidos.
El cine de Di Tella conjuga subjetividad y performance, autobiografía y ensayo fílmico, en una reflexión sobre la identidad personal y generacional particularmente atenta al oficio del cineasta.
Entre las películas que se verán en la muestra figuran “Hachazos” (2011), “El país del diablo” (2008), “Macedonio Fernández” (1995), “Fotografías” (2007), “Montoneros, una historia” (1995) y “Reconstruyen crimen de la modelo” (1990).
IMPORTANTE PRESENCIA DEL PCI EN EL 15to. BAFICI
La presencia de películas de miembros de la asociación Proyecto
Cine Independiente (PCI) fue una constante en la mayoría de las ediciones del
Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), y este año
no será la excepción.
DÍA TRAJO LA OSCURIDAD, de Martín Desalvo, con Mora Recalde, Romina Paula, Luciano Suardi, Pablo Caramelo y Marta Lubos.
LAS AMIGAS, de Paulo Pécora, con Natalia Festa, Mónica Lairana, Gladys Lizarazu, Ana Utrero y Andrés Passeri.
Durante la 15ta. edición del festival porteño se verán tres
filmes del PCI en la nueva sección competitiva Vanguardia y Género (“Mujer lobo”,
de Tamae Garateguy, “El día trajo la oscuridad”, de Martín Desalvo, y “Las
amigas”, de Paulo Pécora), mientras que Andrés Di Tella presentará su nuevo
documental, “Máquina de sueños”, en la Selección Oficial Fueran de Competencia.
Además, en la retrospectiva de los mejores filmes argentinos
que pasaron por el Bafici durante estos 15 años, una sección curada por los
miembros de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica
(Fipresci), están incluidos los largometrajes “Tan de repente”, de Diego
Lerman, “Modelo 73”, de Rodrigo Moscoso, y “Bonanza”, de Ulises Rosell.
Competencia Vanguardia y Género.
MUJER LOBO, de Tamae
Garateguy, con Mónica Lairana, Guadalupe Docampo, Luján Ariza, Edgardo
Castro y Nicolás Goldschmidt.
“Este es un policial erótico con situaciones muy límite”,
dice la directora. Y no sólo eso: ¡es argentino! O fue hecho en Buenos Aires,
Argentina, subte línea B, donde todo el mundo se aleja más del cielo también.
Mujer lobo, de Tamae Garateguy, es una bienvenida rareza para ese
cine-argentino-independiente (táchese lo que no corresponda) que no se anima a
límites de este tipo, en los que la carne se pone toda junta en el asador. La
mujer lobo del título es una asesina serial multirostro (espléndidas Mónica
Lairana, Luján Ariza y Guadalupe Docampo dándole forma), de alguna manera
maldita por ese impulso homicida, que seduce hombres, los lleva primero a la
cama y enseguidita a la tumba, y sigue su camino. Hasta que, claro, se topa con
un problema de difícil solución. Sexy, estilizada, violenta y generosa, Mujer
lobo agarra una serie de estereotipos manejados (justamente) por tipos y los da
vuelta como una media (calada). Bravísima. Y bienvenida. Marcelo Panozzo.

DÍA TRAJO LA OSCURIDAD, de Martín Desalvo, con Mora Recalde, Romina Paula, Luciano Suardi, Pablo Caramelo y Marta Lubos.
Comienza así: una playa, un desfiladero, un bosque de pinos
y una casa de piedra. En la casa, Virginia se despierta sobresaltada por una
pesadilla, y en la pesadilla vemos a su prima Anabel con el rostro lívido y
restos de sangre alrededor de sus labios. Siempre existe un instante de
normalidad inmediatamente previo a la locura, pero en su película Martín
Desalvo nos niega el acceso a él, no hay un solo plano que no transmita la sensación
de un horror inminente, ya sea en los sueños recurrentes y premonitorios que
Virginia sufre o en el desarrollo de esa trama principal en torno a un brote de
rabia que parece asolar la zona. Y ese horror va poco a poco tomando forma e
instalándose en la casa donde Virginia vive y en los alrededores, donde
empiezan a aparecer cadáveres de animales en descomposición. Estilizada y
turbadora, El día trajo la oscuridad pone en imágenes el sueño de cualquier
amante exquisito del cine de género, un relato que bebe directamente de HP
Lovecraft o Algernon Blackwood, pero que remite con igual devoción al Lucio
Fulci de L’aldilà o al Andrej Tarkovsky de El espejo. Fran Gayo


LAS AMIGAS, de Paulo Pécora, con Natalia Festa, Mónica Lairana, Gladys Lizarazu, Ana Utrero y Andrés Passeri.
Cuatro amigas conviven en un caserón abandonado, agotadas
por el tedio de saber que hoy sus vidas serán igual que mañana, y mañana igual
que dentro de un año, y dentro de un año igual que dentro un siglo. Las amigas
de Paulo Pécora son una familia de criaturas ajenas al estereotipo romántico y
sofisticado que ha hecho del vampirismo un fenómeno para adolescentes; son
cuatro depredadoras que apenas hablan, apenas interactúan, seres amorales,
vagamente bellos, vagamente repulsivos, más cercanas al universo lúbrico de
Jean Rollin, José Ramón Larraz o Jesús Franco que a la decadencia nobiliaria
transilvana o a los personajes de Ann Rice. Y son, por tanto, infinitamente más
cercanas, probables e inquietantes. Con un tono imposible, en el que se
transita del humor más retorcido al retrato urbano o a la abyección de un final
decididamente gore, Las amigas es, por encima de todo, la convicción absoluta
en la idea del cine como una extraña alquimia que aún hoy, sumergidos ya de
lleno en la caída libre de lo binario, puede cobrar vida a partir de unos
preceptos y materiales tan nobles como inevitablemente destinados a perecer.
Fran Gayo.


Selección Oficial Fuera de Competencia.
MÁQUINA DE SUEÑOS, de
Andrés Di Tella y Darío Schvarzstein, con Carlos Amorales, Pedro Reyes y
Minerva Cuevas.
En este trabajo de codirección documental, Andrés Di Tella y
Darío Schvarsztein examinan de manera sensible y precisa las motivaciones y los
procesos creativos de tres artistas contemporáneos mexicanos de gran
repercusión mundial: Pedro Reyes, Carlos Amorales y Minerva Cuevas.
Si bien la obra de cada uno de ellos responde a un universo
creativo totalmente distinto, hay preocupaciones de índole sociopolítica y
ligadas a la realidad de su país que parecen atravesar a todos. Lo interesante
es, justamente, ver cuáles y cómo son los caminos que cada uno de ellos
recorre, que permiten pensar en los modos de representación y en los
dispositivos que cada uno de estos artistas pone en marcha a la hora de activar
su “máquina de sueños”.
El film se inicia y concluye con un acordeonista que nos
interpela con una mirada. Al comienzo, parece preanunciar el problema de la
mirada como tema y eje del trabajo. Hacia el final, esa misma imagen se vuelve
una pregunta acerca de nuestra ubicación frente a los problemas éticos,
estéticos y políticos que esta película, a través de los mundos de los artistas
aquí representados, nos plantea. Violeta Bava
BAFICI + FIPRESCI x 15
TAN DE REPENTE, de
Diego Lerman.
Mao y Lenin, una peculiar pareja de chicas punk, conocen a
Marcia, una gordita con una vida monótona y patética que vende lencería en
Buenos Aires. Enseguida, Mao se enamora de Marcia y, con la ayuda de Lenin, la
secuestra. De repente, el trío abandona Buenos Aires y accidentalmente termina
en Rosario. Ahora aparece otro lado bien diferente de una misma historia cuando
Blanca, la tía de Lenin, casi una anciana, y Felipe y Delia, sus dos inquilinos,
entran en escena. Lo que comenzó como una road movie enérgica y errática se
transforma, de a poco, en un luminoso retrato del encuentro de almas solitarias
que primero comparten momentos de calidez y ternura, pero después se enfrentan
a las pérdidas y al dolor. Aparentes pequeños detalles agregan una capa tras
otra a una historia simple donde la sensación de descubrimiento inminente hace
que uno espere lo inesperado con ansiedad. Una historia de soledades,
encuentros y sobre todo de búsqueda de afectos, tan de repente. Pablo Suárez.
MODELO 73, de Rodrigo
Moscoso.
“Si tenés auto, te
cansás de coger”, dice alguien en vísperas de la Navidad salteña y tres
flamantes veinteañeros, con problemas para arrancar chicas, ponen un
destartalado Chevy rojo en un pedestal. Esa misma noche en que, con una
vaquita, compran el auto, los pibes se enteran de que el éxito es azaroso y que
la suerte casi siempre viaja en un último modelo. En una de las escenas más
lindas de Modelo 73, Adrián Cayetano Paoletti canta en vivo “Aprender es
robar”, y esa frase le sienta perfecta a una película en que tres amigos tienen
un verano –entre Navidad y Carnaval– para madurar sin ayuda de nadie y empezar
a insertarse en un universo adulto que se sugiere turbio. Modelo 73 es una
película de crecimiento que se agigantó con el tiempo. Captura la esencia de su
época, aquel último coletazo de la década del noventa, y refleja una manera de
hacer cine hoy ya extinta en Argentina. Y, sobre todo, mantiene esa misma
frescura que la hizo sobresalir en el Bafici ‘01, sin demostrar signo alguno de
haber envejecido. Nazareno Brega.
BONANZA, de Ulises
Rosell.
La precuela de este documental es un corto de ficción, Dónde
y cómo Oliveira perdió a Achala (1995), que estuvo entre lo más sólido y
marginal de las Historias breves que rubricaron la renovación del Nuevo Cine
Argentino. Allí Rosell, en alianza con Tambornino y Moreno, encontró a la vera
de su ruta a Bonanza Muchinsci y sus hijos Norberto y Verónica, que terminaron
siendo actores de aquel corto y de esta aventura. Bonanza, el personaje pero
también la película, es tan real como ficcional; es bichero y encantador de
serpientes, ratero rutero y ladrón novelesco, chatarrero y pirata de tesoros
inverosímiles. Con la justeza del Flaherty de Nanook el esquimal, Rosell sigue
a su antihéroe esquivo que está de vuelta, como el Robert Crumb de Crumb y el
Nicholas Ray de Nick’s Movie, hundido en un cambio de rumbo y de estado. Y la
mirada de Rosell no intenta reducir sus acciones embarradas ni purificar la
figura del malandra, sino capturarlo con crudeza en su contradicción, siguiendo
un movimiento sentimental, serpentino como la danza de Bonanza para atrapar
víboras. Diego Trerotola.
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