lunes, junio 25

POSICIÓN DEL PCI FRENTE AL CIERRE DEL ARTEPLEX Y LOS VAIVENES EN EL GAUMONT

El cierre del Arteplex y los vaivenes en el Gaumont pusieron el foco en la difícil situación por la que atraviesan las salas con cartelera nacional.   (Nota extraída de la página www.chamuyoweb.com.ar)

El cine nacional pide pantalla y lo hace a través de un grito desesperado ante la amenaza de desaparición de sus pocas pantallas, ejemplificadas en el cierre del Arteplex de Belgrano y el conflicto por el cual el Gaumont tramita figuras legales de resguardo arquitectónico y cultural.
Ambos sucesos son sólo parte de una realidad más compleja y triste: las películas nacionales no pueden competir con las producciones de los "tanques" porque la batalla sigue siendo desigual. Y lo es a pesar de que el Incaa diera un paso adelante con la resolución 2114, a mediados de 2011, en la que estableció aranceles para aquellas películas extranjeras que exhiban sus estrenos en más de 40 pantallas en simultáneo.
"El balance es malo" sentencia el presidente del Proyecto Cine Independiente (PCI), asociación que nuclea a más de 50 directores de cine, Gabriel Lichtmann, sobre la coyuntura para la producción nacional, y señala "responsabilidades compartidas" entre exhibidores, el Instituto y los directores y productores.
En ese sentido, en diciembre último el PCI, junto a Directores independientes de Cine (DIC), Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), y la Asociación Argentina de Directores de Cine (AADC), presentaron ante el Incaa un proyecto para repensar la estructura de la cuota de pantalla y el fomento de la actividad, aunque "tuvo eco, pero nada por ahora", según advierte Lichtmann sobre la respuesta del Instituto.
"Cada vez hay menos lugares para exhibición de cine independiente porque es difícil hacer negocio con este tipo de películas", advierten los directores y programadores del Festival de Cine Inusual de Buenos Aires y programadores del ciclo permanente de Cine Inusual en el Arte Cinema de Constitución (Espacio Incaa Km3), Silvia Romero y Fabián Sancho.
Mientras tanto la gente va al cine: en 2011, 42.607.756 espectadores asistieron en todo el país a ver cine nacional, y superaron en más de cuatro millones a los registrados en 2010, según el Incaa; al tiempo que señala un sentido contrario a la tendencia registrada en el área metropolitana de Buenos Aires (Capital y conurbano), donde la tasa de asistencia descendió en un 1,62% para culminar 2011 con 3.496.753 espectadores.
Un solo corazón. En abril se visualizó el conflicto del Gaumont, luego de que los dueños de la sala, la Sociedad Anónima Cinematográfica (SAC), advirtieran sobre la posibilidad de no renovar el contrato que el Incaa posee desde 1995 y cuya vigencia rige hasta 2013.
Y en seguida se corrió la voz de que el Gaumont cerraba, aunque no es tan así. En el hall del cine se comenta que el conflicto se centra en que los integrantes de SAC no se habrían puesto de acuerdo en el porcentaje en que se incrementaría el costo del alquiler y que, ante la posibilidad de que este no se conciliara, surgió la propuesta de adelantarse y "resguardar legalmente su valor arquitectónico y cultural".
Ese es el objetivo del proyecto de ley presentado por el presidente del bloque Frente Para la Victoria porteño, Juan Cabandié, y que se suma a la legislación vigente que protege al Gaumont por encontrarse dentro del Área de Protección Histórica Nº1 de la Ciudad (que impide su demolición o modificación edilicia pero que no condiciona su uso).
El Arteplex de Belgrano, por su parte, dejó de funcionar después de siete años y a pocos días de haber sido sede del Bafici, por "la imposibilidad de seguir afrontando los costos del alquiler y el pago de salarios de los trabajadores", según trascendió en la convocatoria de asociaciones de directores, de actores e intérpretes a dar un abrazo simbólico al lugar y donde juntaron más de 5000 firmas para un petitorio de protección.
La sala cerrada integra (o integraba) la cadena Arteplex, propiedad de Alberto Kipnis y Marcelo Morales, junto a sus homónimas en Caballito, Centro y Del Parque.
Plan de rodaje sin plan de exhibición. La madre de las batallas es la cuota de pantalla, una herramienta que tiene (o que debe implementar) el Estado para establecer cuánto tiempo permanecerá una película en una sala y mediante la cual puede fomentar (o ningunear) la producción cinematográfica local.
La resolución 2114 (de 2011) del Incaa establece, por ejemplo, que si una película se exhibió en hasta 40 pantallas inclusive, el arancel que el productor abonará será del valor equivalente a 300 entradas de cine por el total de las pantallas utilizadas. Del mismo modo, si fue en hasta 80 pantallas, se calculará sobre el equivalente a 1200 entradas; en hasta 120 pantallas, a 2400 entradas; en hasta 160 pantallas, a 6000 entradas; y con más de 161, el equivalente a 12.000 entradas de cine por el total de las pantallas utilizadas.
Sin embargo, el proyecto que el PCI llevó al Incaa cuestiona la resolución porque "no resuelve el problema" y ejemplifica que, por ejemplo, en 2011 un título extranjero desembarcó en el país con 350 copias para su estreno y ocupó más del 40% de las salas. Al parecer, poco intervino la legislación en el cambio de las reglas de juego.
La iniciativa presentada ante el Incaa, además, reclama "medidas de urgencia para defender la pluralidad de voces" y propone nuevos criterios para aplicar a la cuota de pantalla mensual, por ejemplo, para establecer el estreno de cuatro títulos argentinos por cada diez pantallas, que el Incaa difunda los lanzamientos nacionales, que se subsidie el 50% de la entrada a películas locales en salas privadas y se cree un programa de formación de espectadores, entre otras.
"Las películas argentinas tienen mala prensa y difusión, y necesitan dos semanas para contar con el 'boca a boca' y una más para recuperar algo de dinero; pero el mercado está regulado por los multi-cines que no exhiben películas por más de dos semanas que no sean multi-producciones" remata Lichtmann porque "es muy difícil sobrevivir si a uno lo sueltan en un mercado lleno de osos y sin escopeta".
Nota al pié:
Luego de publicada esta nota, el Incaa hizo público tres resoluciones, la 1076, la 1077 y la 1078, que establecen nuevos criterios de cuota de pantalla y de organización del sector. La 1076, por ejemplo, establece que la media de continuidad obligatoria de películas en salas de hasta 250 localidades será de 20% en temporada alta y de 16% en temporada baja; y que en los complejos multipantalla, "la cuota se considerará cumplida cuando se haya exhibido la misma cantidad de películas nacionales que salas registradas haya en ese domicilio".
Asimismo, la regulación 1077 crea un "Calendario Tentativo de Estrenos" por el cual distribuidores y exhibidores deberán comunicar con antelación el listado de películas a estrenar y la disponibilidad de las salas, y serán los "responsables" de que los estrenos sean "en forma equitativa"; mientras que la 1078 instituye metodologías de información sobre la exhibición de las películas. Por ejemplo, los exhibidores deberán informar el listado de salas disponibles hasta 24 horas antes de cada estreno, entre otros.

martes, junio 12

"LAS ACACIAS" GANÓ EL PREMIO CÓNDOR DE PLATA A LA MEJOR PELÍCULA

"Las Acacias", multipremiado filme de Pablo Giorgelli, fue elegido como la mejor película argentina de 2011 por la Asociación de Cronistas Cinematográficos, que realizó la 60ma. entrega de sus premios Cóndor de Plata a la producción nacional de 2011.
La cinta de Giorgelli obtuvo además el Cóndor de Plata al mejor montaje, realizado por María Astrauskas, y el Premio Signis.
Además de los lauros a "Las Acacias", el premio a revelación femenina fue para Elena Roger, por su notable desempeño en "Un amor", de Paula Hernández.
"Las acacias" se hizo fuerte en el país tras haber alcanzado varios lauros internacionales.
El filme de Giorgelli acredita premios como la Cámara de Oro, el del jurado joven y el del ACID en Cannes de 2011, a los que siguieron el Horizontes, del Festival de San Sebastián, el Abrazo al mejor largometraje en el Festival de Cine de Biarritz, y el Sutherland Trophy, del British Film Institute, entre otros.
La cinta cuenta la historia de un camionero acostumbrado a conducir desde la frontera con Paraguay hasta Buenos Aires que sube a una mujer con un bebé en brazos, que necesita superar ese mismo recorrido.
A fuerza de silencios apenas interrumpidos por pocas palabras, los tres atraviesan más de 1.000 kilómetros, un camino en el que se conocerán apenas un poco más, y nacerá una esperanza.

viernes, junio 1

BALTAZAR E IVÁN TOKMAN RESCATAN A CAMPEONES MUNDIALES DE BÁSQUET EN "TIEMPO MUERTO"


La gloria y posterior caída en desgracia del equipo argentino de básquet que se consagró campeón mundial en 1950, cuyos integrantes fueron perseguidos por la denominada revolución libertadora e inhabilitados para volver a jugar ese deporte en ningún lugar del mundo, son los ejes temáticos de “Tiempo muerto”, un valioso documental de los hermanos Baltazar e Iván Tokman que se estrenó en salas locales.
Calificado como “un genocidio deportivo” por León Najnudel, uno de los impulsores de la Liga Nacional de Básquet, el ensañamiento contra los deportistas que integraban el mejor equipo de básquet del mundo se produjo a partir de 1955, a raíz del golpe de Estado cívico militar contra el presidente Juan Domingo Perón, que dio comienzo a un proceso de desintegración del país.
“Mucha gente no sabe nada sobre la historia política que hay detrás de esta desgracia. El objetivo era borrar y llevar al olvido los éxitos deportivos que se habían construido desde el peronismo. La sanción produjo una meseta deportiva que duró 50 años, hasta que la selección conducida por Emanuel Ginóbili volvió a salir campeón”, recordó uno de los directores de la película.
En una entrevista, Baltazar Tokman sostuvo que “la revolución libertadora sancionó al básquet porque era lo que mejor nos representaba deportivamente en el mundo. Se ensañaron especialmente con ellos, pero hubo muchos otros deportistas perjudicados. Es una metáfora de nuestro país, porque hay abuelos y hay nietos, pero faltan los padres. En el medio no quedó nada”.
El cineasta, que tituló su filme para hacer referencia a ese “tiempo muerto” deportivo que duró casi 50 años, añadió que “no se entiende en ningún país del mundo que destruyamos a nuestros propios héroes, cuando en muchos países les hubieran levantado monumentos, mientras acá intentaron borrarlos de la historia”.
Y graficó: “Imaginate que en aquel momento hablar de Ricardo González y Oscar Furlon era algo así como si hoy habláramos del `Kun` Agüero y de `La pulga` Messi, y como si ahora viniese un gobierno militar y por una cuestión política les prohibiera jugar al fútbol acá y en cualquier lugar del mundo”.
Premiado en el 25to. Festival de Mar del Plata, “Tiempo muerto” cuenta con la participación especial de Emanuel Ginóbilli y rescata del olvido a aquellos grandes basquetbolistas que llevaron el deporte argentino a lo más alto, como Ricardo González, Oscar Furlon, Rubén Menini, Jorge Canavessi, Ignacio Poletti, Juan Carlos Uder y Emilio Gutiérrez.
“Ellos eran la cara visible de la política peronista. Es verdad que Perón pedía que le dedicaran los éxitos, porque consideraba que lo que ellos habían logrado en el básquet era mucho más importante que lo que podían lograr cien embajadores”, afirmó el cineasta.
Pero además de revelar la persecución gratuita a los jugadores -cuya excusa era su supuesta falta de amateurismo, a partir de un permiso que Perón les había dado para comprar un auto importado-, Baltazar Tokman y su hermano Iván también rescataron el espíritu de grupo y la dignidad de estas personas, que 60 años después mantienen una gran amistad y siguen sintiendo como equipo. 
“Ellos son un grupo que permanece muy unido. No sé si fue la sanción o la mística propia del equipo, pero desde hace 60 años que todos los miércoles a la noche se juntan a comer y compartir experiencias”, algo que para el director es un ejemplo de unidad digno de ser tenido en cuenta.
Tokman recordó que “ellos son gente de diversas ideas políticas y 60 años después de haber atravesado toda esa violencia permanecen unidos y siguen pasándose la pelota a pesar de todo. Eso es también lo que quisimos rescatar con la película: el espíritu que también es la metáfora de un país”.
“La política en aquel entonces se metía mucho en la vida de las personas y podía llegar a dividir familias. Sin embargo, ellos permanecen unidos a pesar de sus diferencias y se sientan a la misma mesa los peronistas, los socialistas, los radicales, los conservadores y aquellos a quienes no les interesa la política”, destacó.
Para Baltazar y su hermano Iván la película “se proponía contar una gesta deportiva, una sanción y sus implicancias políticas, ir del pasado al presente para saber quiénes eran las víctimas de esa persecución y saber quiénes son ellos hoy, y rescatar su costado humano y sus preocupaciones actuales”, describió.
Los hermanos Tokman jugaban básquet cuando eran chicos, mientras su padre los filmaba en 16 y Súper 8 milímetros: “Nos juntamos a practicar básquet, teníamos un aro en el fondo de la casa y, como soy más grande, le podía ganar siempre pero mi papá me pedía que lo dejaba ganar porque si no protestaba”, rememoró Baltazar.
Y añadió sobre la génesis del proyecto: “Un día Iván llegó con un artículo que decía que Furlon era el primer argentino en entrar en el salón de la fama después de la injusticia que le había tocado vivir. Empezamos a investigar en internet y dimos con el libro `1956, donde habita el olvido`, de Emilio Gutiérrez, a quien convocamos para que sea uno de los protagonistas”.