viernes, noviembre 18

NOTA DE LA REVISTA ADN SOBRE EL CICLO DEL PCI

Pantallas para todos
La asociación Proyecto Cine Independiente organiza un ciclo de films con debate para difundir la obra de los directores argentinos y reclamar más espacios de exhibición

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Cincuenta directores argentinos, reconocidos en los festivales locales e internacionales más prestigiosos, formaron tiempo atrás la asociación Proyecto Cine Independiente (PCI) para sumar fuerzas en defensa del cine nacional. Con integrantes como Ana Katz, Lucía Puenzo, Edgardo Cozarinsky, Rodrigo Moreno y Celina Murga, el grupo reclama el cumplimiento de la ley nacional de cine que dispone, entre otras medidas, que la tercera parte de las películas estrenadas sean de producción nacional.

Para llegar al público en forma directa, con el doble objetivo de presentar los cortos y largometrajes que filmaron en los últimos dos años y difundir los graves problemas de exhibición a los que se enfrentan, organizaron una muestra en la sala Cosmos. El ciclo "Cine argentino al cine", que comenzó ayer y se extenderá hasta el 4 de diciembre, reúne veintiséis títulos, entre ellos tres estrenos: Las acacias, de Pablo Giorgelli, reciente ganadora de la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes; Pompeya, de Tamae Garateguy, mejor película argentina en el Festival Internacional de Mar del Plata; y El camino del vino, de Nicolás Carreras, que este año fue seleccionada para los festivales de Berlín y San Sebastián. También se verán Los Marziano, de Ana Katz; Hachazos, de Andrés Di Tella; El último verano de la boyita, de Julia Solomonoff, y seis cortometrajes de diversos autores. Antes de cada función, el director y un invitado presentarán el film y después de la proyección habrá una charla abierta con el público.

En el encuentro, el PCI divulgará un documento preparado en conjunto con otras asociaciones de cine. Entre los puntos más importantes se destacan un plan de exhibición federal con la apertura de nuevas salas, un programa de formación para espectadores, el cumplimiento de la cuota de pantalla y medidas de promoción y marketing para informar sobre los estrenos nacionales independientes.

Reunidos por adn en el cine Cosmos, sala del circuito no comercial que estuvo por cerrar por cuestiones económicas y que fue recuperada por la Universidad de Buenos Aires, catorce miembros de la asociación dieron un panorama sobre la situación actual.

Pepe Salvia: -Tengo un cuaderno con anotaciones de nuestras primeras reuniones, donde están enumerados los problemas que teníamos a finales de los años 90, y son muy parecidos a los de ahora. Con el tiempo sumamos experiencia, pero seguimos con dificultades para acceder a las salas comerciales, en especial a las de las grandes cadenas.

Ariel Rotter: -Lo que nos unió desde el inicio es que pertenecemos a una generación que formó parte de un cambio en el modo de producir. Antes, el cine tenía una estructura enorme. Era inconcebible hacer una película entre dos o tres personas. Nosotros, formados la mayoría en escuelas de cine, tuvimos esa posibilidad y demostramos que es factible. Aquellos encuentros iniciales tenían que ver con compartir experiencias y problemas.

Primero fueron reuniones informales, luego formaron una sociedad de hecho, y en 2004 surgió el PCI como asociación formal con presidente (Salvia), vicepresidente (Gabriel Lichtmann), secretarios (Juan Villegas y Daniel Rosenfeld), tesoreros (Rosenfeld y Baltazar Tokman) y vocales (Rotter, María Victoria Menis, Celina Murga, Lucía Puenzo y Diego Lerman).

-¿El problema de la exhibición tiene que ver con el modo de producción independiente?

Salvia: -El cambio en el sistema de producción no se vio reflejado en el sistema de exhibición. Después de tantos años, desde que se promulgó la ley de cine en 1995, todavía no hemos podido lograr un sistema más justo. Hay intereses muy fuertes detrás de todo esto, se manejan millones y millones.

Andrés Di Tella: -Algunos periodistas dicen que la gente no quiere ver nuestras películas. Pero creo que el problema es que ni se entera de que existen. Estamos peleando también por los espacios de publicidad, para que nuestras películas sean visibles. Después, algunas serán más amistosas para el público, otras menos. Pero el cine es un arte y, a veces, en estas discusiones eso se olvida.

María Victoria Menis: -En el cine Gaumont, que es un Espacio Incaa, se da algo interesante: hay títulos que se exhiben durante bastante tiempo, siempre con muy buen público. Mi última película, La cámara oscura, llevó gente durante semanas y semanas. No es que falte público sino que los lugares son pocos y la promoción es escasa.

Rotter: -Hay un tema central. Aunque uno tenga ideas originales y modos especiales de promocionar, las reglas del juego no son equitativas. Estamos en una situación de absoluta desigualdad. Hoy el mercado le torció el brazo a la ley, y los dueños de las salas determinan qué pasan y descartan todo lo otro. Los exhibidores ni siquiera van a ver nuestras películas. No importa lo que haga Di Tella, Lerman o quien sea porque nunca va a llegar a competir con Batman, El Hombre Araña o Happy Feet 44. Por eso, nuestro reclamo principal es que se cumpla la ley. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, de la mano del gobierno nacional, es quien tiene que hacer que se cumpla.

Lerman: -Las grandes cadenas dicen abiertamente que su negocio es la venta de pochoclo. Entonces, no les interesa ver las películas que ellos consideran que no pueden atraer a ese tipo de público. Es grave porque se está generando una deformación cultural. Pensamos que hay que formar un espectador que entienda el cine no como mero consumo.

Rotter: -Hay intereses muy fuertes. Pero alguien se tiene que plantar para defender una industria que puja por lo suyo. El tema también se relaciona con nuestra identidad cultural: es obligación del Incaa defender la diversidad de miradas, de propuestas. De lo contrario, estamos construyendo un país que ve una imagen ajena.

Gabriel Lichtmann: -Hay que cambiar el discurso de la industria estadounidense, que dice que el cine argentino es algo menor, que no tiene la misma calidad técnica, artística, narrativa y ni siquiera el mismo atractivo para el público. Eso es una mentira. Los integrantes de la asociación tenemos distintas estéticas y muchos, si estuvieran en las mismas condiciones, podrían competir con el cine norteamericano.

Salvia: -Lo importante de este ciclo del PCI es que por primera vez en muchos años nos hemos unido con otros grupos para tratar temas en común y juntar fuerzas. El documento que presentamos en esta muestra es un trabajo en conjunto de las cuatro asociaciones de directores de cine. Queremos construir un espacio de influencia política y cultural como asociación y en conjunto con otros grupos.

-¿Cuáles son las principales propuestas?

Lerman: -Trabajamos en una suerte de decálogo que tiene distintos puntos: desde la formación de espectadores hasta proyecciones en escuelas. Además, medidas muy concretas como reducir el precio de la entrada, crear más salas. Ir contra esa única manera de ver el cine y acceder a las películas.

Salvia: -Creemos que el Estado tiene un rol fundamental. El año pasado se vendieron 34 millones de entradas de cine en el país. Es una invasión cultural importante. Muchas cabezas vieron un solo tipo de películas. La narrativa tiene su carga política.

Lucía Puenzo: -La lógica de la exhibición en el cine es mucho más caníbal que en otras artes. En la literatura, por ejemplo, pueden coexistir en una mesa de una librería un best seller con un libro de una editorial pequeña, que tiene su público. En el cine, si la ley no se cumple, hay desventaja. Es una masacre para una industria cultural importantísima. Los mismos títulos que ganan grandes premios para el cine argentino son masacrados en dos semanas porque se enfrentan con los "tanques" de Hollywood.

-¿Recibieron alguna respuesta oficial a sus reclamos?

Salvia: -Hay un contexto nacional que es bastante propicio para tomar medidas de este tipo; lo hacen en otras industrias que tienen impronta sólo económica, nosotros tenemos además impronta cultural y artística. El Incaa ha intentando tomar medidas, como fijar un arancel para los estrenos. Es el que recibe las presiones de todos lados: las nuestras y las de las grandes cadenas.

Lichtmann: -Del otro lado la respuesta siempre es: el mercado tiene su lógica, el mercado manda y los espectadores quieren ver eso. No es cierto.

Menis: -Mucha gente dice "el cine argentino está fenómeno". Sí, claro. Se ganan muchos premios afuera, desde el Oscar de Campanella hasta la reciente Cámara de Oro en Cannes. Lo que queremos es que la gente pueda ver esas películas y no que lea en los diarios sobre ellas. Hay un canal de televisión, Incaa TV, donde pasan muchos films que no han tenido casi difusión en cine. Yo me encuentro con gente que ve ese canal y no sabía que esos títulos se habían estrenado en el cine. Hay un público. Como había un público cuando se decía que el teatro desaparecía, y gracias, en parte, al teatro independiente argentino, las salas comerciales de Corrientes hoy están siempre llenas. Tenemos que llegar a ese público y para eso debe cumplirse la ley.

Salvia: -Creemos que hay que trabajar en todos los temas: el marketing, la difusión en las escuelas, comprometer a los críticos y medios de comunicación para que hablen del cine desde otro punto de vista. Crear una identidad del cine nacional para que no sean muchas películas dispersas peleando solas sino una cinematografía sólida con una gran producción y una gran diversidad, que se refleje en todas las pantallas posibles.

TRES FILMS POR DIA

El ciclo "Cine argentino al cine" ofrece tres funciones diarias de jueves a domingos, en la sala Cosmos (Av. Corrientes 2046).

La programación completa se puede consultar en la página web

http://pcicine.blogspot.com/ y en Facebook.com/pcicine.

Las entradas cuestan $ 15 y

$ 10 (estudiantes de la UBA y jubilados).

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