lunes, marzo 18

PÉCORA ESTRENA "MAREA BAJA" EN PANTALLA PINAMAR

“Como mi intención era indagar en el lado oscuro del ser humano, me parecía ideal el policial negro, no sólo por la temática, sino también por el estilo”, dice Pécora de Marea baja, su film noir rodado en los recodos más profundos del Tigre.
 
Por Oscar Ranzani
Desde Pinamar

Los grandes proyectos nacen, a veces, de las situaciones más cotidianas. Es el caso del segundo largometraje del crítico y cineasta Paulo Pécora, Marea baja, que cobró impulso a partir de una charla entre amigos que alentaron a Pécora a darle forma a esa idea que le daba vueltas en su cabeza sobre un hombre que esperaba su muerte. El segundo largometraje de Pécora, que se presentó en Pantalla Pinamar, es un film noir en el que un delincuente busca refugiarse en el interior del Delta, huyendo de unos cómplices que lo buscan para cobrarle una deuda. El Delta del Paraná es un paso previo para el destino final, Uruguay. Pero este hombre oscuro y extraño, de cuyo pasado nada se sabe, también busca allí el dinero de otro delito que cometió. Al llegar al lugar, en medio de la selva, se refugia en una casona en la que viven dos mujeres con quienes entabla una relación muy particular.
“Me interesaba retratar el costado oscuro del ser humano y, a diferencia de mi largo anterior, El sueño del perro, que trataba de ser luminoso, poético y que buscaba la belleza de la persona, en Marea baja quise hacer lo contrario”, señala Pécora en diálogo con Página/12. “Como mi intención era que la película indagara en ese lado oscuro del ser humano, me parecía ideal el policial negro, no sólo por la temática, sino también por el estilo”, agrega el director que buscó inspiración en grandes clásicos como Casta de malditos, de Stanley Kubrick, y Rififi, de Jules Dassin, “donde todo les sale mal a los personajes, donde el destino los alcanza, a pesar de que estén tratando de escapar”, explica Pécora.
Una de las características de Marea baja, al igual que en los anteriores trabajos de Pécora, es la escasez de diálogos. Se trata de un cine donde el fuerte es la imagen antes que lo discursivo, algo que se ve cimentado en la parquedad del protagonista, Pascual, interpretado por Germán de Silva, quien vuelve a componer a un hombre de pocas palabras, como el camionero de Las acacias. “Creo que los personajes se tocan en lo humano, pero no tiene nada que ver la historia de un laburante que se ha pasado cuarenta años de su vida arriba de un camión con un tipo que es un malhechor en las últimas, muy quemado y que está buscando sacar la cabeza de ese barro, pero va de cabeza hacia su destino final”, señala De Silva.
Otra de las características de Marea baja es que no brinda demasiada información sobre el pasado del personaje. Todo lo que ofrece es con cuentagotas. Pécora explica que la idea era justamente omitir información: “Dar pequeños indicios, pinceladas y pequeñísimos anuncios de lo que podría llegar a ocurrir justamente para dejar al espectador en cierta ambigüedad, en un cierto desconcierto y que las cosas vayan sucediendo sorpresivamente.”
Marea baja comparte con El sueño del perro la elección del escenario: el Delta. También en El sueño del perro el personaje escapaba de la ciudad. Pero la diferencia es que en la ópera prima de Pécora el protagonista iba al Tigre para toparse con su muerte y, en realidad, encontraba motivos para seguir viviendo, como una suerte de redención espiritual, mientras que en el caso de Marea baja se trata de algo más terrenal: un hombre que escapa para buscar una vida mejor y tratar de dejar atrás un pasado terrible, “pero lo que encuentra es lo contrario”, según define su creador.

Nota tomada de la sección Espectáculos del diario Página/12 del día 14 de marzo de 2013.

GONZALO TOBAL PROPONE UNA ROAD-MOVIE EMOCIONAL EN "VILLEGAS"

La opera prima de Gonzalo Tobal, que protagonizan Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi, narra una emotiva historia sobre los vínculos familiares, la amistad y el paso a la adultez, que transcurre a través del viaje emocional de dos primos que se reencuentran tras varios años para asistir al entierro de su abuelo en un pueblo del interior, de donde son oriundos.

 

Trailer de "Villegas"


Tobal se inspiró para escribir su primer filme al conocer “por azar” la localidad bonaerense de General Villegas y a partir de la idea de trabajar “en torno a dos treintañeros distanciados entre sí por sus elecciones de vida”.
Pero lo que “dio una estructura a la historia” fue la noticia de la muerte de su propio abuelo, que lo llevó a preguntarse “por todo lo que podía pasar en un viaje para ir al entierro de un ser querido”, repasó.
El cineasta afirmó que le interesaba indagar el “espacio y tiempo que se interpone entre el momento en que uno recibe una noticia así y puede hacer una descarga emocional junto a sus seres queridos. Me parece muy rico ese tiempo ya que ubica a los personajes en un estado emocional muy especial y genera el marco para que les pasen un montón de cosas en su interior y también entre ellos”.
En una entrevista, el autor de los cortos “Ahora todos parecen contentos” y “Cynthia tiene las llaves”, con los que participó respectivamente en la Cinéfondation y la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, explicó que “el encuentro entre estos personajes, la vuelta a los espacios de la infancia y el reencuentro con la familia, los enfrenta forzosamente a la percepción del cambio y de la fatalidad del paso del tiempo”.

-¿Cuánto hay de tu propia historia en el temor que los personajes tienen de enfrentarse a su pasado y regresar al pueblo del que se fueron hace años, en busca de una vida en la ciudad?
-Hay mucho mío puesto en los dos personajes. Siempre los vi a los dos como proyecciones de distintas caras mías, y ya que hablás de temor, pienso que quizás los dos sean proyecciones de mi miedo a convertirme en eso, en cualquiera de los dos personajes.
En Pipa siempre vi algo del miedo al fracaso. A encontrarse en un momento, a una edad ya avanzada, sintiendo que todo lo que uno creyó y lo que uno quiso ser no funcionó. Por el otro lado, Esteban es la presión del éxito, de la vida planeada y perfectita, es una olla a presión, y si algo lo saca de su plan puede estallar.

-¿Qué tipo de diferencias te interesaba marcar entre ellos y a qué responden?
-Los dos son diferentes en muchos puntos y en distintos niveles. Pero también creo que en el fondo son muy parecidos. Que son diferentes en la superficie lo percibimos inmediatamente: de sólo verlos ya nos damos cuenta, y ni hablar cuando empiezan a interactuar. Pero esas diferencias se van moviendo y se van poniendo en juego en distintos niveles, y a medida que los conocemos más y más descubrimos que en el fondo tienen mucho en común.

-Sin embargo, parecen representar dos visiones diferentes de la vida, una ordenada y otra más caótica...
-Los dos tienen visiones diferentes del tiempo y de la vida. Mientras que Esteban siempre planifica hacia el futuro y va para adelante sin mirar atrás, Pipa parece vivir en un eterno presente, y a la vez, se aferra y mira mucho hacia el pasado, como pedaleando sin cadena, como alguien que gira en falso, que no avanza en una dirección concreta.

-¿Se puede decir que se trata de una “road-movie” emocional? Lo digo porque es un viaje hacia su pueblo natal y hacia su pasado, pero también un viaje de crecimiento íntimo para cada uno de ellos…
-Sí, me gusta mucho esa idea. El viaje pasa de ser concreto, en el espacio, al interior de los personajes. Una vez que el viaje concreto se termina, que los personajes llegan a Villegas y cumplen con su objetivo, el viaje sigue adentro de ellos, y entramos en un terreno más profundo aún de sus emociones. Y al final, cuando se retoma el viaje concreto, creo que ya no importa el espacio físico del viaje, sino que se juega en el terreno de la pura emoción.

-¿Intentaste hacer alguna reflexión acerca de la dificultad de mantener vivos ciertos vínculos familiares, o sobre el hecho de que a los familiares no es posible elegirlos?
-La elección de que el vínculo a trabajar sea el de “primos” fue más intuitiva que pensada. La veía como una relación intermedia entre la amistad y lo familiar, y me interesaba la cruza de esos dos territorios.
Haciendo la película me di cuenta también de que la fuerza de ese vínculo radica en que en general es muy común que sea un vínculo con fecha de vencimiento. La relación con los primos suele ser muy fuerte y presente en la infancia y la juventud, y por lo general se distancia con el correr de la vida, cuando crecemos y comenzamos a formar las propias familias. Entonces entendí cuán fundamental era esta relación para contar esta despedida de una etapa de la vida, que creo que es de lo que va la película.

-¿Qué tipo de puesta en escena pensaste, qué forma elegiste para filmar este viaje?
-Por un lado, mi intención era adentrarme lo más posible en el mundo interior y emocional de los actores, pero siempre observándolos desde afuera. Se trataba de generar el espacio y la libertad para que esa emoción aflore y a la vez de estar preparados para filmar esos momentos con la precisión de cámara que yo quería. Muchas veces esto se logra a través primeros planos sostenidos en los que empezamos a dialogar con los gestos ínfimos de los rostros de los actores. Y otras a partir del modo de filmar algunos espacios, en función del estado emocional de los personajes en tales momentos de la película.

-¿Cómo elegiste los espacios en los que se mueven los personajes?
-Trabajamos mucho en la sensorialidad de los espacios, como para que el espectador se pueda meter en ellos junto con los personajes. Otro eje de la puesta en escena tenía que ver con mantener un alto grado de realismo. Yo quería que el viaje fuera lo más real posible. Que sintiéramos todo el tiempo que íbamos en el auto con ellos, pasando por los lugares que reconocemos, y luego lo mismo en el pueblo. Casi todas las locaciones son reales.