La presencia de películas de miembros de la asociación Proyecto
Cine Independiente (PCI) fue una constante en la mayoría de las ediciones del
Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), y este año
no será la excepción.
Durante la 15ta. edición del festival porteño se verán tres
filmes del PCI en la nueva sección competitiva Vanguardia y Género (“Mujer lobo”,
de Tamae Garateguy, “El día trajo la oscuridad”, de Martín Desalvo, y “Las
amigas”, de Paulo Pécora), mientras que Andrés Di Tella presentará su nuevo
documental, “Máquina de sueños”, en la Selección Oficial Fueran de Competencia.
Además, en la retrospectiva de los mejores filmes argentinos
que pasaron por el Bafici durante estos 15 años, una sección curada por los
miembros de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica
(Fipresci), están incluidos los largometrajes “Tan de repente”, de Diego
Lerman, “Modelo 73”, de Rodrigo Moscoso, y “Bonanza”, de Ulises Rosell.
Competencia Vanguardia y Género.
MUJER LOBO, de Tamae
Garateguy, con Mónica Lairana, Guadalupe Docampo, Luján Ariza, Edgardo
Castro y Nicolás Goldschmidt.
“Este es un policial erótico con situaciones muy límite”,
dice la directora. Y no sólo eso: ¡es argentino! O fue hecho en Buenos Aires,
Argentina, subte línea B, donde todo el mundo se aleja más del cielo también.
Mujer lobo, de Tamae Garateguy, es una bienvenida rareza para ese
cine-argentino-independiente (táchese lo que no corresponda) que no se anima a
límites de este tipo, en los que la carne se pone toda junta en el asador. La
mujer lobo del título es una asesina serial multirostro (espléndidas Mónica
Lairana, Luján Ariza y Guadalupe Docampo dándole forma), de alguna manera
maldita por ese impulso homicida, que seduce hombres, los lleva primero a la
cama y enseguidita a la tumba, y sigue su camino. Hasta que, claro, se topa con
un problema de difícil solución. Sexy, estilizada, violenta y generosa, Mujer
lobo agarra una serie de estereotipos manejados (justamente) por tipos y los da
vuelta como una media (calada). Bravísima. Y bienvenida. Marcelo Panozzo.
DÍA TRAJO LA
OSCURIDAD, de Martín Desalvo, con Mora Recalde, Romina Paula, Luciano
Suardi, Pablo Caramelo y Marta Lubos.
Comienza así: una playa, un desfiladero, un bosque de pinos
y una casa de piedra. En la casa, Virginia se despierta sobresaltada por una
pesadilla, y en la pesadilla vemos a su prima Anabel con el rostro lívido y
restos de sangre alrededor de sus labios. Siempre existe un instante de
normalidad inmediatamente previo a la locura, pero en su película Martín
Desalvo nos niega el acceso a él, no hay un solo plano que no transmita la sensación
de un horror inminente, ya sea en los sueños recurrentes y premonitorios que
Virginia sufre o en el desarrollo de esa trama principal en torno a un brote de
rabia que parece asolar la zona. Y ese horror va poco a poco tomando forma e
instalándose en la casa donde Virginia vive y en los alrededores, donde
empiezan a aparecer cadáveres de animales en descomposición. Estilizada y
turbadora, El día trajo la oscuridad pone en imágenes el sueño de cualquier
amante exquisito del cine de género, un relato que bebe directamente de HP
Lovecraft o Algernon Blackwood, pero que remite con igual devoción al Lucio
Fulci de L’aldilà o al Andrej Tarkovsky de El espejo. Fran Gayo
LAS AMIGAS, de Paulo
Pécora, con Natalia Festa, Mónica Lairana, Gladys Lizarazu, Ana Utrero y
Andrés Passeri.
Cuatro amigas conviven en un caserón abandonado, agotadas
por el tedio de saber que hoy sus vidas serán igual que mañana, y mañana igual
que dentro de un año, y dentro de un año igual que dentro un siglo. Las amigas
de Paulo Pécora son una familia de criaturas ajenas al estereotipo romántico y
sofisticado que ha hecho del vampirismo un fenómeno para adolescentes; son
cuatro depredadoras que apenas hablan, apenas interactúan, seres amorales,
vagamente bellos, vagamente repulsivos, más cercanas al universo lúbrico de
Jean Rollin, José Ramón Larraz o Jesús Franco que a la decadencia nobiliaria
transilvana o a los personajes de Ann Rice. Y son, por tanto, infinitamente más
cercanas, probables e inquietantes. Con un tono imposible, en el que se
transita del humor más retorcido al retrato urbano o a la abyección de un final
decididamente gore, Las amigas es, por encima de todo, la convicción absoluta
en la idea del cine como una extraña alquimia que aún hoy, sumergidos ya de
lleno en la caída libre de lo binario, puede cobrar vida a partir de unos
preceptos y materiales tan nobles como inevitablemente destinados a perecer.
Fran Gayo.
Selección Oficial Fuera de Competencia.
MÁQUINA DE SUEÑOS, de
Andrés Di Tella y Darío Schvarzstein, con Carlos Amorales, Pedro Reyes y
Minerva Cuevas.
En este trabajo de codirección documental, Andrés Di Tella y
Darío Schvarsztein examinan de manera sensible y precisa las motivaciones y los
procesos creativos de tres artistas contemporáneos mexicanos de gran
repercusión mundial: Pedro Reyes, Carlos Amorales y Minerva Cuevas.
Si bien la obra de cada uno de ellos responde a un universo
creativo totalmente distinto, hay preocupaciones de índole sociopolítica y
ligadas a la realidad de su país que parecen atravesar a todos. Lo interesante
es, justamente, ver cuáles y cómo son los caminos que cada uno de ellos
recorre, que permiten pensar en los modos de representación y en los
dispositivos que cada uno de estos artistas pone en marcha a la hora de activar
su “máquina de sueños”.
El film se inicia y concluye con un acordeonista que nos
interpela con una mirada. Al comienzo, parece preanunciar el problema de la
mirada como tema y eje del trabajo. Hacia el final, esa misma imagen se vuelve
una pregunta acerca de nuestra ubicación frente a los problemas éticos,
estéticos y políticos que esta película, a través de los mundos de los artistas
aquí representados, nos plantea. Violeta Bava
BAFICI + FIPRESCI x 15
TAN DE REPENTE, de
Diego Lerman.
Mao y Lenin, una peculiar pareja de chicas punk, conocen a
Marcia, una gordita con una vida monótona y patética que vende lencería en
Buenos Aires. Enseguida, Mao se enamora de Marcia y, con la ayuda de Lenin, la
secuestra. De repente, el trío abandona Buenos Aires y accidentalmente termina
en Rosario. Ahora aparece otro lado bien diferente de una misma historia cuando
Blanca, la tía de Lenin, casi una anciana, y Felipe y Delia, sus dos inquilinos,
entran en escena. Lo que comenzó como una road movie enérgica y errática se
transforma, de a poco, en un luminoso retrato del encuentro de almas solitarias
que primero comparten momentos de calidez y ternura, pero después se enfrentan
a las pérdidas y al dolor. Aparentes pequeños detalles agregan una capa tras
otra a una historia simple donde la sensación de descubrimiento inminente hace
que uno espere lo inesperado con ansiedad. Una historia de soledades,
encuentros y sobre todo de búsqueda de afectos, tan de repente. Pablo Suárez.
MODELO 73, de Rodrigo
Moscoso.
“Si tenés auto, te
cansás de coger”, dice alguien en vísperas de la Navidad salteña y tres
flamantes veinteañeros, con problemas para arrancar chicas, ponen un
destartalado Chevy rojo en un pedestal. Esa misma noche en que, con una
vaquita, compran el auto, los pibes se enteran de que el éxito es azaroso y que
la suerte casi siempre viaja en un último modelo. En una de las escenas más
lindas de Modelo 73, Adrián Cayetano Paoletti canta en vivo “Aprender es
robar”, y esa frase le sienta perfecta a una película en que tres amigos tienen
un verano –entre Navidad y Carnaval– para madurar sin ayuda de nadie y empezar
a insertarse en un universo adulto que se sugiere turbio. Modelo 73 es una
película de crecimiento que se agigantó con el tiempo. Captura la esencia de su
época, aquel último coletazo de la década del noventa, y refleja una manera de
hacer cine hoy ya extinta en Argentina. Y, sobre todo, mantiene esa misma
frescura que la hizo sobresalir en el Bafici ‘01, sin demostrar signo alguno de
haber envejecido. Nazareno Brega.
BONANZA, de Ulises
Rosell.
La precuela de este documental es un corto de ficción, Dónde
y cómo Oliveira perdió a Achala (1995), que estuvo entre lo más sólido y
marginal de las Historias breves que rubricaron la renovación del Nuevo Cine
Argentino. Allí Rosell, en alianza con Tambornino y Moreno, encontró a la vera
de su ruta a Bonanza Muchinsci y sus hijos Norberto y Verónica, que terminaron
siendo actores de aquel corto y de esta aventura. Bonanza, el personaje pero
también la película, es tan real como ficcional; es bichero y encantador de
serpientes, ratero rutero y ladrón novelesco, chatarrero y pirata de tesoros
inverosímiles. Con la justeza del Flaherty de Nanook el esquimal, Rosell sigue
a su antihéroe esquivo que está de vuelta, como el Robert Crumb de Crumb y el
Nicholas Ray de Nick’s Movie, hundido en un cambio de rumbo y de estado. Y la
mirada de Rosell no intenta reducir sus acciones embarradas ni purificar la
figura del malandra, sino capturarlo con crudeza en su contradicción, siguiendo
un movimiento sentimental, serpentino como la danza de Bonanza para atrapar
víboras. Diego Trerotola.
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